viernes, 9 de septiembre de 2022

¿Así que quieres ser una princesa?


Después de leer los cuentos de los hermanos Grimm, no hay manera de ver con los mismos ojos a las princesas de Disney cómo cuando éramos pequeños. Es imposible pensar que estas mujeres tan bellas y perfectas que conocimos en nuestra infancia, son en realidad unas personas terribles. 

Me dieron cuatro libros con los textos originales, los empecé a leer llena de ilusión, pero todo cambió cuando acabé de leer “La Sirenita”. Era tan linda, estaba enamorada, decidida a abandonar a su familia para hacer su sueño de amor realidad, y termina perdiendo su voz, a su príncipe y eventualmente la vida.

 

Corríjanme si me equivoco, pero todos amamos el final feliz de “Pinocho”, cuando por fin se convierte en un niño de verdad y deja de ser una marioneta. Entendió la importancia de ser un niño bien portado. Salvó a su papá de una ballena y poco a poco todas nuestras preocupaciones desaparecieron al ver a un niño tan contento.

 

Sin embargo, ésta es la situación menos preocupante. Leyendo el resto de los cuentos, noté, que por ejemplo, Cenicienta era feliz sin importar los obstáculos que se le presentaran, o al menos eso creía yo, porque de acuerdo a la versión de Perrault, tenía intenciones de matar a su madrastra. Y ni que decir de su institutriz, ella era la “mente maestra” que convenció a Cenicienta de cometer aquel crimen tan atroz, ya que la intención de su educadora era casarse con el padre de Cenicienta y desaparecer a sus hijas.

 

Créanme, con todo lo que leí, no me cabe la menor duda de que siempre será mejor quedarnos con la versión de Disney y no saber el origen de estos cuentos. Así que… ¿Aún quieres ser una princesa?

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